Suele afirmarse que la obra lírica de Francisco de Quevedo parece la poesía de tres autores totalmente distintos: uno carnavalesco y cómico; otro, elegante enamorado; y otro, moralista severo. Sin embargo, al aproximarse a su lírica, se encuentra permanentemente el cuerpo como instrumento de crítica a la decadencia de la España y la Europa de su tiempo. Este aspecto descubre la profunda coherencia de la poesía quevediana. En consecuencia, la reiterada aparición de los ojos, la nariz, la boca, la cabeza, el cabello y el ano, entre otras partes connotan un camino en que se va ahondando el desengaño del mundo, en aquellos tiempos degradados que le tocó existir al vate español barroco. La perspectiva bajtiniana da grandes luces de la visión de mundo de Quevedo, poeta tremendamente influyente en la lírica actual.